Fuerza a los amigos presos
Cuando la fiscal tercera ordenó mi detención, independientemente de lo absurdo y alejado a derecho de la decisión, comprendí que lo mío sería largo. Ya había anticipado a mi familia desde el domingo 25 de octubre, ya que información me había llegado de buena fuente de que en el Ejecutivo, en la mesa que decidía quién iba o no preso, la balanza se inclinó 6 a 3 en mi contra. O sea, la farsa de la acusación que montó el Gobierno era una y el expediente otra. La fiscal ejecutaba órdenes, no investigaba en derecho.
La mañana siguiente a mi primera noche preso, llegaron del TE a notificarme de otro proceso, llevo 4 ya, y que requerían levantarme el fuero electoral que tenía por ser candidato a convencional de CD. Frente a mi esposa, renuncié al fuero y de manera manuscrita hice llegar con mi hijo la nota de renuncia. No necesito fueros para luchar con el derecho y la verdad de mi lado.
Como se acercaban estas fechas no era raro que circularan rumores de libertad. Le anticipaba mi criterio a los compañeros detenidos de que no nos apegáramos a fechas porque lo nuestro era venganza y maldad y hacer pasarnos las fiestas de fin de año presos era parte del libreto. Y así fue, solo Briceño salió el 7 de diciembre y el resto poco a poco, pero después de Semana Santa. Mi mensaje era claro: serían seis meses mínimo y así pasó.
En mis 30 años de vida política no es la primera vez que enfrento persecución. A finales de los 80, mientras unos escogieron el voluntario exilio y otros sí fueron exiliados, la pasé aquí hasta el último día. Mi esposa aprendió a correr y vivir la vida al lado de un político, pasando por puestos en gobierno, presidencia de dos partidos políticos opositores y nuevamente los 5 años de gobierno que fueron una escuela de variadas asignaturas que no termino aún de asimilar.
Digo lo anterior, pensando en los amigos que siguen presos y que no creo - disculpen la crudeza - que salgan para pasar las fiestas en casa. Sus familiares no tienen esa experiencia política que en mi caso ayudó a que mi familia soportara peleando y de frente por mí y mis causas. Esta realidad hace que la normal desesperación ante lo desconocido se apodere y haga la cosa más difícil de lo que por sí es. Deben tener claro que su cárcel pasa, al igual que la nuestra, por una especie de secuestro. Gustavo Pérez, cuya familia también lucha y duro, tiene a su haber su condición de que es un soldado y ese entrenamiento sirve para soportar la guerra que vive en El Renacer, pero que también terminará de manera justa, aunque nadie resarce el daño y el sufrimiento que estas canalladas causan.
No queda otra que enviarles a todos un mensaje de fortaleza. Es muy duro, lo sé, pero no queda otra que resistir de la manera que sea menos complicada para todos. Tengan claro que saldrán de allí. Todo pasa... nos decíamos a nosotros mismos en los momentos en que se producían derrumbes de fortaleza.
En enero de 2012, dije un pensamiento en una graduación de cadetes a quienes en cada uno de esos actos trataba de dejar un mensaje ante el inicio de esa sacrificada vida: "¡Al hombre se le distingue no por ser, sino cuando le toca el momento de ser! ". ¡Fuerza, amigos, todo tiene su final!