Nacional - 12/10/25 - 08:55 AM

Panamanian Day Parade se rinde ante talento de bandas estudiantiles

Estudiantes desfilaron bajo un lema que retumbó en cada esquina: "Unidad, tradición y amor por la patria".

 

Por: Redacción / Crítica -

La efervescencia patriótica se apoderó de las calles este 11 de octubre, pero el verdadero shock de la jornada lo protagonizaron los jóvenes. El Panamanian Day Parade, en su 30 aniversario, se transformó en un campo de batalla musical donde las bandas estudiantiles panameñas demostraron una garra y un talento que dejó a los miles de asistentes con la piel erizada.

No vinieron a desfilar; vinieron a conquistar.

Desde distintas provincias, la juventud panameña viajó miles de kilómetros para inyectar una dosis de adrenalina pura al corazón de Brooklyn. Con una precisión militar y una pasión desbordada, sus tambores, bombos y liras no solo marcaban el paso, sino que marcaban el alma de la diáspora.

Las coreografías impecables y el ritmo frenético de los jóvenes convirtieron las avenidas neoyorquinas en un pedazo vibrante y ruidoso del istmo. La multitud, envuelta en banderas rojo, blanco y azul, estallaba en aplausos y gritos de emoción ante cada ejecución magistral.

"El Mechi" desata la locura 

Pero el fervor no cesó. Justo cuando el ambiente parecía que no podía subir más de tono, hizo su entrada triunfal el acordeonista Ulpiano Vergara. El "Mechi" subió a la tarima principal y, al ritmo de sus grandes éxitos, desató el baile y la algarabía, uniendo generaciones en una misma danza de identidad nacional. Su presentación fue el nudo dramático que conectó la tradición con el arrollador empuje de las nuevas generaciones.

Ni la distancia ni las condiciones del clima impidieron que cada grupo, ataviado con trajes típicos, desfilara con la frente en alto, bajo un lema unificador: "Unidad, tradición y amor por la patria".

El Panamanian Day Parade celebra tres décadas y sigue siendo el puente inquebrantable entre Panamá y su gente. Es la manifestación de que el orgullo nacional se lleva en la sangre, y que en cada octubre, la pasión del istmo tiene una cita irrenunciable en el asfalto de Nueva York.