Nacional - 08/12/25 - 02:39 PM

Ulloa destaca a las madres: Son el primer refugio y la primera oración

La madre en la tierra y la madre en la fe se abrazan en un mismo altar.

 

Por: Redacción / Crítica -

El arzobispo José Domingo Ulloa presidió la misa por la Inmaculada Concepción, el arzobispo José Domingo Ulloa presidió la misa por la Inmaculada Concepción, justo en un día que en Panamá se celebra con el alma a las madres. 

Un cruce de fechas que, lejos de pasar desapercibido, se convirtió en mensaje: la madre en la tierra y la madre en la fe se abrazan en un mismo altar.

Ulloa habló ante los feligreses que llenaron el templo. Dijo que ambos acontecimientos “se iluminan mutuamente”, y que María, mujer de entrega y amor total, es espejo donde tantas madres panameñas se encuentran cada día antes de ir a la lucha diaria.

El arzobispo agradeció a las madres una por una, como si les hablara desde la puerta de su casa, reconociendo su fortaleza, su sacrificio silencioso, su ternura que sostiene familias y barrios enteros.

Las llamó “la primera catequesis, el primer refugio, la primera oración enseñada”, recordándoles que son más que un rol familiar, que son columna espiritual de este país.

También trajo a memoria las palabras del papa Francisco: Una sociedad sin madres sería inhumana”. Y el eco de esa frase pesó en el ambiente como verdad viva: sin madre, no hay casa; sin casa, no hay pueblo.

En la parte final, Ulloa elevó una bendición que muchos recibieron con ojos brillosos:

“Que María Inmaculada, madre de todas las madres, las cubra con su manto y sostenga la misión hermosa y sagrada de dar vida… y seguir dando vida cada día”.

Para él, celebrar la Inmaculada no es solo mirar al cielo, es dejar que ese ejemplo de humildad toque el corazón. Porque la grandeza —insistió— no viene del poder, sino de saberse pequeño ante Dios pero amado sin medida.

Una homilía que no se quedó en la catedral, sino que salió a caminar con cada madre que hoy cocina, carga, corrige, llora, ríe y sostiene este país con el pecho firme y el corazón encendido.