Lillly Goodman cautivó en una noche de fe, milagros y adoración
Goodman lanzó un mensaje directo a las congregaciones: priorizar transformar vidas antes que cumplir agendas vacías.
La Arena Roberto Durán se transformó en un monumental templo de fe este 22 de noviembre, cuando la aclamada ministra de alabanza y cantante dominicana Lilly Goodman dio inicio a su esperado tour “Me siento libre”.
Cristianos de todas las provincias se movieron en combo, llegando en buses, carros y caravanas, para llenar el coliseo en una noche que prometía ser más que un concierto: un encuentro de adoración y emociones fuertes.
La velada arrancó a las 8:00 p. m. con el tema que da nombre a la gira, “Me siento libre”, marcando el inicio de dos horas y media sin pausas. Goodman, vestida con un bleizer y pantalón de terciopelo rojo vino y una blusa satinada, se adueñó del escenario de principio a fin.
Adoración, sanidad y testimonios de fe
El escenario lucía un fondo con un llamativo logo LG en rosado y celeste, creando el ambiente perfecto para lo que muchos describieron como “una montaña rusa de emociones”.
Goodman abrió con adoración suave, invitando a un momento íntimo con Dios, para luego mezclar temas nuevos de su álbum Me siento libre con sus clásicos.
Uno de los momentos más fuertes fue cuando compartió un testimonio personal: confesó que llegó al concierto con fiebre y malestar en la garganta. Aunque le ofrecieron atención médica, decidió confiar en Dios, asegurando que cada vez que subía al escenario se sentía sana, pues Dios le había revelado que pondría su fe a prueba.
Mientras ministraba el tema “Soy sana”, pidió a quienes batallan con enfermedades que levantaran sus manos. Entre el público, una pancarta captó la atención de todos:
“Mi amiga venció el cáncer gracias a ti mi Dios”.
Ese momento se sintió como un abrazo directo del cielo.
La adoración continuó con “Cúbreme”, cantado casi completamente a capela, con miles de voces uniéndose como un solo coro.
Luego pidió un momento de intercesión por la pareja Maite Moya y Alexis Moreno, para que Dios les diera consuelo por la reciente pérdida de su hijo.
Del pentecostal al acústico
La energía subió cuando sonaron los temas más movidos: “Yo sin ti” y “Suelta el equipaje”.
La Arena Roberto Durán se convirtió en una pista de baile espiritual, con la gente brincando, celebrando y cantando coritos como “Cuando allá se pase lista”.
Pero luego llegó el contraste: Goodman se sentó, pidió una guitarra y bajó la atmósfera con versiones acústicas de “Sin dolor”, “Si puedes creer” y “Te necesito”, llevando a todos a un momento de reflexión.
Llamado y transformación
Otro punto clave fue el testimonio de Alexander Atencio, invitado por Goodman al escenario. Atencio contó cómo, tras un infarto y quedar parcialmente paralizado por estrés, pasó de ser ateo a experimentar lo sobrenatural de Dios.
Para cerrar, mientras interpretaba “Iglesia”, Goodman lanzó un mensaje directo a las congregaciones: priorizar transformar vidas antes que cumplir agendas vacías.
Recalcó que el cristianismo no es religión, sino relación con Dios.
Antes del cierre, hizo un llamado para quienes aún no han aceptado a Cristo, y entre lágrimas, aplausos y un espontáneo “¡Te quiero, Lilly!” ella respondió con cariño y cantó su clásico “Al Final”.
Con un simple “Los amo”, la ministra cerró una velada que dejó a miles con el corazón lleno.
La Arena Roberto Durán se vació con un eco claro: fe, esperanza y transformación.