Good Bye, Mr. Ambassador

Embajador de Estados Unidos en Panamá, John Feeley. Foto: Archivo

Embajador de Estados Unidos en Panamá, John Feeley. Foto: Archivo

Por: Por: Ebrahim Asvat/ La bitácora -

Hoy parte de Panamá el Embajador de los Estados Unidos John Feely. A solo dos años de su llegada se va el peor de los embajadores americanos de los últimos veintisiete años. En un desayuno hace unos meses manifestó que llegó a Panamá con la misión de joder a los Wakeds. Esa fue la misión encomendada.

La alternativa hubiese sido ir a Venezuela, pero prefirió Panamá. Quizás por el tamaño de país asignado y la poca relevancia de la América Latina para los Estados Unidos (el patio trasero) creyó que su misión era la de un Sheriff en un distante pueblo del lejano Sur para parafrasear al lejano oeste. 

Su primer gran acto fue declarar que en Panamá residía una de las mayores organizaciones de narcotráfico y lavado de activos del mundo. Y manifestó que su gobierno tenía las pruebas contundentes de esta actividad delictiva. Vino en otras palabras a proteger al pueblo panameño de las lacras del narcotráfico y el dinero sucio.

 El discurso terminó en mueca cuando a escasas semanas transformó su discurso justicialista en un discurso de la política americana y fue matizando su posicion original creando confusiòn y desconfianza nacional. 

Tristeza produjo en un encuentro cuando justificó el fraude bancario como un delito mayor frente al acuerdo judicial de uno de los imputados. Fue de mayor a menor tratando de salvar cara frente a un país que empezó a despreciarlo. Triste resultado de un ingenuo creyente e insignificante personero del Departamento del Estado. Me dicen que fue en algún momento una especie de asistente mayordomo de Colin Powell. Es decir le llevaba el uniforme planchado y le colocaba las medallas y charreteras en su uniforme. 

Su perfecto español jamás lo ayudó a conocer la idiosincracia latinoamericana. Y para colmó hasta al dejar su misión quizo pasar de comediante haciendo unos videos mediocres sobre su interés de conseguir un trabajo en Panamá para quedarse. Pero todo esto es perfectamente conocido por sus asistentes y personal de la sede diplomática. Hasta para ser payaso hay que tener algo de escuela. (con el perdón de los payasos) Lo bueno es que no duró dos años. Según los entendidos renuncia por no poder seguir trabajando en el gobierno de Donald Trump. Y le creo ese cuento pues antes de salir se lleva consigo las letras del apellido del Presidente de los Estados Unidos del edificio más emblemático de Panamá. 

En otras palabras de Panamá sale con el rabo entre las piernas. Pero, en los Estados Unidos entra con dos orejas y un rabo como trofeo que ojalá el actual Presidente no enfile su ira y su humillación contra el pueblo y el Estado panameño. Cualquier cosa puede pasar. 

Bueno es un alivio nacional esa partida y también un aire para renovar esa amistad panameña americana que se vio afectada por la llegada de esta tempestuosa personalidad de supina ignorancia diplomática. Hasta la vista Mr. Ambassador and please do not come back even as a bad comedian.

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