José Raúl Mulino visto desde otra perspectiva
Su defensa de la soberanía panameña ha sido clara en todos los foros internacionales
A lo largo de su trayectoria, el presidente de la República, José Raúl Mulino ha demostrado ser un hombre de compromiso, guiado por principios firmes y una visión clara del país. Se le ha acusado de dictador, de déspota, de gobernar sin escuchar. Nada más alejado de la realidad.
Desde sus días en la Cruzada Civilista, defendió la democracia con convicción. Como canciller en el gobierno de Guillermo Endara, asumió la responsabilidad de llevar las relaciones exteriores del país con entereza, demostró carácter y compromiso. Condujo los partidos Solidaridad y Unión Patriótica con respeto, apertura y privilegió el consenso sobre la imposición.
No es un dictador. Su liderazgo se fundamenta en las leyes y en el diálogo. Es un hombre franco en sus declaraciones, sin ambigüedades ni estrategias de falsa complacencia. La honestidad no requiere sonrisas constantes ni gestos calculados. Su estilo directo no puede confundirse con el despotismo.
Mulino escucha, evalúa y decide con prudencia. Rodeado de asesores capaces, toma en cuenta múltiples perspectivas antes de actuar. La Ley 462, discutida durante cinco meses en la Asamblea de Diputados, no se aprobó de manera unilateral ni apresurada.
Aunque las manifestaciones han sido intensas, el proceso legislativo incluyó debate suficiente. Quizá sea momento de reforzar la docencia sobre la norma, pero no se puede decir que fue impuesta sin consulta.
El Presidente jamás ha rehuido su responsabilidad. Sus conferencias semanales, sus giras por el país y la presencia constante de ministros y directores reflejan un gobierno que da la cara. Me queda en la memoria aquel episodio en la Cinta Costera, cuando, recién operado de la columna, descendió del vehículo para hablar con los manifestantes. Un acto que evidencia su compromiso con el diálogo y su rechazo a la indiferencia.
Durante su gestión como ministro de Gobierno y Justicia, y posteriormente como titular de Seguridad Pública, llevó a cabo diversas obras importantes. Se construyeron nuevas subestaciones policiales, mientras que otras fueron remodeladas para mejorar su funcionamiento.
Además, se fortalecieron los estamentos de seguridad con equipos modernos, una flota vehicular mejorada y promovió el establecimiento de la sede del Ministerio en Amador, aunque no llegó a inaugurarla personalmente.
No es perfecto, porque nadie lo es. Sin embargo, su defensa de la soberanía panameña ha sido clara en todos los foros internacionales, en donde ha dejado claro que el Canal de Panamá pertenece indiscutiblemente al país.
Las críticas sobre el memorando de entendimiento con Estados Unidos buscaron sembrar confusión, pero las aclaraciones llegaron de inmediato. Panamá ha sostenido acuerdos de cooperación con el gobierno estadounidense sin comprometer su soberanía y hasta la embajada intervino para despejar dudas.
El presidente Mulino no solo es un líder político; es un hombre de familia, con cuatro hijos, ocho nietos y un hermano. Su compromiso con programas sociales y personas con discapacidad evidencia una vocación por servir sin ostentaciones. Todo lo que posee lo tenía antes de asumir la Presidencia de la República e incluso su finca “Mi Regalo”.
El tiempo será el mejor juez. Mientras tanto, las obras avanzan: el hospital de Bugaba, el tren David -Panamá, el cuarto puente sobre el Canal y el estadio Roberto Mariano Bula en Colón, entre otras.