¡Recortes educativos amenazan el futuro de Panamá!
“El futuro de Panamá se escribe en las aulas de hoy”, advierte Giulia De Sanctis, presidenta de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa, ante los recientes recortes en el presupuesto educativo que podrían debilitar la formación de capital humano y la competitividad del país.
Reducir drásticamente los fondos a instituciones de nivel superior como el ITSE, la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), la SENACYT y otras como UDELAS, significa menos aulas, menos laboratorios y menos oportunidades para miles de jóvenes.
El caso del ITSE es particularmente preocupante. Esta institución, concebida como acelerador de empleabilidad, donde 8 de cada 10 egresados consiguen empleo con salarios de hasta tres veces el mínimo, vio su presupuesto caer de B/. 69 millones aprobados a apenas B/. 23.9 millones en 2025.
Para 2026, la recomendación se reduce aún más: B/. 21.8 millones frente a los B/. 78.1 millones solicitados, un recorte del 72%.
Como señala De Sanctis: “Estos ajustes representan menos aulas, menos laboratorios y menos oportunidades para miles de jóvenes”.
La situación no es distinta en la UTP, considerada la primera del país y una de las mejores de la región. Su presupuesto pasará de B/. 198 millones en 2025 a B/. 144 millones en 2026, comprometiendo la formación de ingenieros, técnicos y profesionales en áreas STEM, vitales para modernizar el aparato productivo.
Mientras tanto, la SENACYT perderá $21.3 millones, debilitando programas de becas e investigación justo cuando Panamá necesita fortalecer la ciencia para diversificar su economía.
Además del monto, otro gran problema es la baja ejecución del Ministerio de Educación. Aunque la ley establece que el gasto en educación debe alcanzar el 7% del PIB, al primer semestre de 2025 la ejecución fue apenas del 1.8%.
El último estudio del Banco Mundial sobre el Capital Humano muestra que, en Panamá, los estudiantes acumulan en promedio 11.8 años de escolaridad, pero aprenden solo el equivalente a 6.5 años efectivos: una pérdida de 5.3 años, que refleja el alto costo de un sistema educativo ineficiente.
Esto evidencia la necesidad urgente de un cambio de modelo hacia una gestión por resultados, vinculando los recursos públicos a metas verificables como empleabilidad, calidad de aprendizajes y permanencia estudiantil.
Giulia De Sanctis concluye con un llamado urgente: “Panamá no saldrá adelante con austeridad que debilita la educación, sino con visión de largo plazo que fortalezca el modelo de gestión del presupuesto”.