Comer
Con seriedad di una solución a un problema eterno de Panamá y otros países latinoamericanos. Dije que el lío de la basura se acabará “cuando los panameños estén en tan mala situación económica que tendrán que ¡comérsela!”. Mi esposa y el mejor talabartero de la región se extrañaron. Nos encontrábamos en uno de los paraísos naturales que todavía existen en Panamá: Volcán. El experto en hacer artículos de cuero había comentado sobre el daño que la basura ya le está haciendo a este lugar. Advirtió que muchos ríos de aguas que antes eran puras estaban contaminados. Indicó que si se diera un problema y se dañara el acueducto, no se podrían usar numerosas quebradas que años atrás estaban limpias. Realmente en Volcán no hemos visto tanta basura regada, como se encuentra en cualquier esquina de la ciudad de Panamá, Colón y otras.
Comprendí la preocupación del artesano por defender el hermoso ambiente de su comunidad. Ante el asombro que causó mi respuesta, expliqué que la basura se puede convertir en dinero y usarse en beneficio de las personas. Los panameños producimos gran cantidad de basura, rica en materia orgánica y minerales. Esto es por el consumismo que nos causó tener al lado por centenares de años a EE.UU., máximo representante del capitalismo. Esta manera de vivir se basa en el consumo que causa ganancias económicas. Si no se compra de manera exagerada, no habrá negocio. El dólar norteamericano elevó el nivel de vida de los panameños. Les permite adquirir artículos que no necesita realmente. Entonces… ¡hay mucha basura!
Como desde hace años la recolección de basura no es eficiente, sufrimos ahora la vergüenza de encontrar “patacones” por todos lados. Ya no los hay en los barrios populares solamente, lo que afecta la salud del medioambiente. Desde hace más de veinte años, algunos países desarrollados tienen fábricas que convierten la basura en dinero. En primer lugar, se recicla la mayoría de artículos metálicos, plástico, caucho, vidrio, etc. También esas fábricas producen energía eléctrica y materiales de construcción. La materia orgánica, como alimentos, fácilmente se convierte en abono. Hace sesenta años mi papá enterraba la basura orgánica en el patio de la casa de Parque Lefevre. Días después conseguía abono para cultivar sus rosas.
¿Comer basura? Significa que el panameño deberá estar muy necesitado para poder aprovechar la basura que ahora bota por cualquier lado.