Tolerancia
El tema de las uniones civiles entre personas del mismo sexo, que han reconocido al menos 35 países en el mundo, es altamente controversial para una sociedad como la nuestra de corte conservador y de mayoría cristiana, -entiéndase católicos y evangélicos- por lo que el tema debe ser abordado con mucha prudencia.
En 1942 se eliminó de nuestro Código Civil la discriminación hacia los hijos nacidos fuera del matrimonio, adecuándose así la legislación a lo que entonces era una nueva corriente en esta materia, que desterró la discriminación hacia los hijos nacidos fuera del matrimonio o “bastardos”, como se le conocía de manera odiosa y peyorativa.
Actualmente, es una realidad la existencia de personas que abiertamente practican estilos de vida alternativos y diversos a los de la mayoría. Han ganado terreno al punto que están exigiendo una legislación que reconozca efectos civiles hacia sus uniones de pareja.
Un gran paso adelante dieron esos grupos cuando en el año 2008 se derogó del artículo 12 del Decreto 149 de 20 de mayo de 1949, la palabra “sodomía” como sinónimo de homosexualidad, la cual era penalizada.
Lo que sí es necesario que entiendan es que son una minoría social, pujante, pero minoría, como ellos mismos lo reconocen, a pesar de lo cual merecen respeto y consideración como compatriotas y seres humanos.
No dudamos que la marcha a que están llamando para la próxima semana, los grupos que defienden el concepto usual, tradicional de matrimonio, como la unión concertada de un hombre y una mujer, será multitudinaria.
Siendo que aún los panameños no están preparados para una legislación como la que existe en otros países, lo correcto es que la mayoría que milita contra la idea del llamado “matrimonio gay” sea tolerante y mesurada con los que lo promueven. No se valen las descalificaciones personales, ni los insultos de parte y parte, porque al final pierde el país.