Cierre de fronteras: miles de migrantes varados en Grecia
Los controles más estrictos de las fronteras, no obstante, hacen que resulte cada vez más difícil acceder a la tierra prometida -- Alemania y Suecia--
Imagínese que comienza a hacer realidad un sueño largamente añorado, pero la alegría resulta efímera. Eso es lo que están viviendo más de un millón de migrantes del Medio Oriente y Africa que, acosados por la guerra y la pobreza, lo dejaron todo y arriesgaron sus vidas para tratar de llegar a Europa. Los controles más estrictos de las fronteras, no obstante, hacen que resulte cada vez más difícil acceder a la tierra prometida -- Alemania y Suecia-- y que miles de ellos se encuentren varados en el sitio donde menos querrían estar, Grecia, una nación abrumada por una crisis económica sin fin. Ayman Daher, un libanés de 29 años, le pagó a unos contrabandistas 1.500 dólares para que lo admitiesen en una lancha de goma atestada por unas 80 personas para cubrir un peligroso trayecto entre Turquía y la isla griega de Chios. Su objetivo era llegar a Alemania, donde viven su padre y tres hermanos. ``Uno vive bien y a salvo allí'', expresó Daher. ``En mi país, no''. Para llegar a Alemania deberá recorrer los Balcanes occidentales, empezando en Macedonia, que se encuentra pegada al norte de Grecia, como hicieron cientos de miles de personas con relativa facilidad a lo largo de cinco meses el año pasado. En noviembre, sin embargo, comenzaron a cerrarse muchos de los puertos de ingreso a los Balcanes y las autoridades griegas temen que en los próximos meses ya no quede abierto ninguno. En la actualidad, solo los sirios, afganos e iraquíes son catalogados de refugiados y se les permite el paso. Los demás, unos 12.000 de los 103.000 que ingresaron a Grecia en diciembre, fueron catalogados de migrantes por razones económicas y no se les permitió el paso. Esto le parece absurdo a Saleh Al Riyashy, de 45 años, expolicía de Yemen, que vive una sangrienta guerra civil, agravada por los bombardeos de una coalición internacional encabezada por Arabia Saudita en los últimos diez meses. ``¿Por qué Macedonia permite pasar solo a la gente de esos tres países?'', preguntó. ``Hay otros países que están en guerra también. Mi casa resultó destrozada en los combates''. Al Riyiashi y su familia llevan una semana en el campamento de migrantes de Elaionas, donde unas 560 personas de 14 países viven en casas prefabricadas. Quiere llegar a Suecia. Mientras cae la noche en el refugio de Hellenikon --sede de partidos de hóckey sobre césped en los Juegos Olímpicos del 2004 y que ahora alberga a 280 migrantes--, un grupo de iraníes juegan al vóleibol, usando una raya roja en la tierra como red imaginaria. Adentro del campamento, los migrantes tratan de asimilar la realidad. ``No puedo volver a Somalia'', dice un maestro de inglés, Ali Heydar Aki, quien sueña con llegar a Europa y llevar a su familia. ``Vendí la mitad de mi casa'' para cubrir los gastos. Si bien no está claro cuánta gente quedó varada en Grecia, una comparación entre las llegadas a Grecia y Macedonia desde fines de noviembre revela que hay 38.000 personas que no han salido de Grecia. El ministro griego de inmigración Ioannis Mouzales calcula que se trata de ``unos pocos miles''. ``Pero ese es un cálculo basado en la experiencia más que nada, sin tomar en cuenta ningún otro elemento'', indicó. Syed Mohammad Jamil, director de la Sociedad Cultural Paquistano-Helénica, dice que podría haber unos 4.000 paquistaníes varados en Grecia, sobre todo en las islas, y una cantidad similar de bangladesíes. ``Todos los días recibimos llamadas telefónicas de gente llorando que pide ayuda'', expresó. ``No podemos hacer nada. ¿Adónde los vamos a mandar? ¿A Alemania, España, Italia, Inglaterra...? No podemos hacerlo''. Esta gente tiene dos opciones legales: pedir asilo en Grecia, que tiene un desempleo del 25% y un sistema de bienestar social en ruinas, o aceptar una repatriación voluntaria. Karim Benazza, marroquí veinteañero que trabajaba en un hotel, decidió volver a su tierra el 18 de enero. ``Lo único que hago aquí es fumar y fumar. No hay dinero ni comida'', comentó mientras encendía un cigarrillo en las afueras del edificio de la Organización Internacional para la Migración. ``En Grecia no hay nada para nosotros y la frontera con Macedonia está cerrada''. Daniel Esdras, director de la oficina de la OIM en Grecia, dice que ha habido un fuerte aumento en las repatriaciones voluntarias, que su organización coordina. Unas 800 personas se apuntaron en diciembre y 260 ya fueron enviadas de vuelta a casa. ``Una cosa es volver esposado y otra volver como un pasajero normal, con algún dinero en el bolsillo. Le damos 400 euros (435 dólares) a cada uno'', afirmó Esdras. Quienes no puedan pedir asilo y no acepten ser repatriados se exponen a ser deportados. Los migrantes varados tienen una tercera opción: pagarle a contrabandistas para que los lleven a Macedonia. Los contrabandistas piden entre 1.500 y 3.000 euros (1.630 y 3.260 dólares) para llevar a alguien al país vecino, según Daher, el migrante libanés de Elaionas. ``No tengo dinero. No sé qué haremos'', agregó.