¡Ojue!

En pleno centro de la ciudad de Panamá, donde el influjo de los forasteros se mete cada vez más, todavía hay un pedazo de lo autóctono y de la idiosincrasia del panameño: Mi Pueblito.

Jondea'os, embarra'os en lodo, hasta la tusa en guaro y con "morisquetos" incluido. Así se puede describir la típica junta de embarre, pero no allá 'onde uno. ¡Fue aquí mismito, vea!

En pleno centro de la ciudad de Panamá, donde el influjo de los forasteros se mete cada vez más, todavía hay un pedazo de lo autóctono y de la idiosincrasia del ser panameño: Mi Pueblito. Allá, con sombrero a la "pedrá", se dieron cita más de una veintena de compás.

La misión era construir un anexo a una casa de quincha. Resulta ser que en la Alcaldía se han propuesto rescatar y restaurar ese centro turístico que es una estampa de lo que era o lo poco que queda de los pueblos del interior. La junta de embarre es una tradición que se ve menos. A causa de eso, la arquitectura tradicional se pierde con el paso del tiempo. Por eso, los típicos constructores dijeron presente:¡Jo, claro que sí compa!

Antes de la junta de embarre, habían hecho el enjaulado -que se hace con barrotes de madera y cañazas para soporte de las paredes- lo habían dejado listo desde el viernes, junto con la pila de tierra y la paja.

Ayer, antes de iniciar, se quitaron los zapatos, se remangaron las camisas y los pantalones. Abrazados en fila, comenzaron la mezcla del barro con la paja. Al centro, sobresalía la mano de un compa. Llevaba lo que les daría energía a todos: la botella de seco. ¡Ojue!

Mientras unos sacaban el lodo, otros lo transportaban -una niña los ayudaba- y una cuadrilla pegaba. En medio de todo eso, el grito de la saloma resonaba en el ambiente, los codos se empinaban y pa'entro iba el chatazo.

De pronto, 6 diablos limpios danzaban, una murga y un tamborito competían en bulla, y los compases revolvían el lodo a punta de pie. Un grupo de mujeres, cerca al fogón, preparaban el sancocho pa' la juma... ¡Ojue, compa!