Terrible
Después de más de cincuenta años, la señora seguía sufriendo por haber sido víctima de un chofer de taxi que la “molestó” cuando era una chiquilla. Ella y sus dos hermanitos menores eran llevados a la escuela por un señor que se suponía era de “confianza” de su madre. Amenazada por el degenerado no le contó a su mamá lo ocurrido. Ella no se explicaba por qué su hija mayor no le gustaba ir en ese vehículo. La vida de adulta de esa mujer no fue normal. A sus parejas les contaba el trauma causado por el abuso, para explicar su conducta íntima deficiente.
Una joven universitaria con ojos tristes contaba que había sido violada varias veces de niña por un pariente. Su madre no le hizo caso a su queja, porque no creía que el pariente fuera un violador. Pensaba que eran disgustos de la hija con él. Al final escuchó consejo y se fue a vivir con su abuela. Nunca supe cómo fue su conducta de mujer en sus relaciones con parejas. La chiquilla de quince años estaba emocionada porque asistía a su primer baile en su comunidad. Allí bailó con su vecino de más edad. Medio siglo después sostenía que solo tomó sodas y no explicaba lo que sucedió. Jura que no recuerda cuando el vecino la violó. Al quedar embarazada pasó la vergüenza que pocos le creían. El violador no se hizo responsable por nada y tuvo que luchar mucho para sobrevivir.
Los delitos sexuales como violaciones y actos libidinosos son viejos en Panamá y otros países de la región. Por lo general nunca se castigaba al degenerado. A veces el machismo consideraba como una “gracia” lo sucedido. Las víctimas preferían callar. Conocí el caso de una violada que al poner la denuncia recibió una inapropiada invitación a “cenar” del funcionario que la atendía, lo que la afectó mucho más.
Esos delitos sexuales son cometidos por enfermos mentales, según los técnicos. Admiten que esas conductas son repetitivas si el delincuente no recibe asistencia psicológica. Esto agrava más este tipo de delitos, donde la mayoría de los afectados son menores de edad del sexo femenino. Estadísticas oficiales señalan que el año pasado se dieron casi cinco mil reportes de estos hechos. Nueve de cada diez casos fueron menores las víctimas. (Es conocido que muchos casos nunca se denunciaron. Lo peor es que las penas no son tan fuertes, si tomamos en cuenta que casi siempre los traumas que causan duran toda la vida).