Fueros y privilegios: Ley del Ministerio de Relaciones Exteriores
Tales canonjías están por aprobarse, gracias al proyecto presentado por la vicepresidenta y canciller de la República, Isabel de Saint Malo de Alvarado, ante la Asamblea Nacional de Diputados, el cual beneficiará solo a unos cuantos funcionarios de todos los que entraron por “concurso” a la carrera diplomática y consular; y a quienes se les asignarán posiciones directivas y de responsabilidad, según su experiencia, capacidad y área de especialización.
Dichos funcionarios tendrán derecho a percibir las remuneraciones inherentes al cargo asignado, así como el reconocimiento de sus ejecutorias y experiencias para la evaluación de sus méritos, desempeño y antigüedad, con vistas a los ascensos de categoría o derecho a rotación, acciones todas que contravienen con lo establecido en la ley para obtener los rangos dentro del escalafón de la carrera diplomática y consular.
El primer requisito para ingresar a la carrera diplomática y consular debería ser el de poseer el título universitario en relaciones internacionales y sí se declarara desierta la asistencia al llamamiento a concurso, entonces, cabría darles la oportunidad a otros profesionales con maestrías en la rama. Pero si lo que necesitan son especialistas para posiciones temporales o de libre nombramiento y remoción, ¿para qué los ingresan por “concurso”, dando oportunidad a que se irrespeten los procedimientos establecidos?
Si profesionales de otras disciplinas pueden ingresar a la carrera diplomática y consular, y no necesariamente para realizar labores de especialidad, ¿para qué el Estado invierte tanto en la preparación de especialistas en las relaciones internacionales que se mantienen al margen del servicio exterior, solo porque no cuentan con el aval político de quienes están en el poder? ¡Basta ya del irrespeto a la profesión y abran las puertas de la institución para que sus estudiosos hagan carrera como corresponde!