La inmoralidad del poder
Decía un ilustre escritor inglés: “de todas las pasiones de que es capaz el corazón del hombre, la más baja es la venganza”.
Ya a estas alturas, ningún panameño duda que la actual administración tiene una agenda de venganza política y de justicia selectiva a los opositores.
En contraste con esta agenda de acoso y terrorismo judicial a los enemigos, a los que son cercanos al gobierno de turno los tratan con manos de sedas y en otros casos, se ignora olímpicamente, las denuncias contra ellos. Ojo: no es que no haya actos que investigar, no solo de la pasada administración, sino de la antepasada.
Un aforismo señala que la mejor forma de echar a perder una idea, es llevarla hasta el absurdo, pues se desbordan los límites de su validez, en el tema que nos ocupa, es importante aclarar que nadie está en contra de que se investigue supuestos hechos dolosos, siempre y cuando haya fundamentos legales e indicios claros.
Pero así como se pretende criminalizar la protesta social, en muchos casos estas investigaciones ‘chimbas’ nacen de un ejercicio normal de la gestión pública.
So pretexto de investigar, lo que están haciendo es perseguir y acosar. La lógica del terror instaurado por el Ministerio Público es: primero te meto preso y te hago pasar un mal rato, luego dizque te investigo y finalmente, cuando el caso se cae, ya por lo menos lo “lo metí preso”. ¡Así razonan!
Esta conducta es una inmoralidad pública y atenta contra la decencia política, de quienes así actúan. Lastimosamente en Panamá, con el apoyo velado y la complacencia del Órgano Ejecutivo, se ha hecho de la venganza la razón de ser, perdiendo el norte de la gestión de la justicia.