Voceros espurios
Al margen de la crítica que amplios sectores ciudadanos han hecho a la negativa de una juez penal de dar prorroga para que el Ministerio Público elaborase la vista fiscal de un caso relacionado con Odebrecht, esto no debe interpretarse como signo de impunidad, sino como el respetuoso sometimiento que hace el juzgador al principio de legalidad penal.
Los conocedores del proceso penal coinciden en que la fiscalía anticorrupción cometió errores de procedimiento al momento de instruir el sumario del caso, y ley es clara ya que como dice un aforismo jurídico: “donde la ley distingue, no le es lícito al hombre distinguir”.
Por otro parte, es un hecho que, con su torpe actuación, la vindicta pública también le tiró la toalla a allegados al actual régimen que eran objeto de investigación por este caso. El futuro decidirá si hubo ignorancia, mala fe o complicidad.
Lo triste es que ahora han salido a la palestra elementos que, demagógicamente, están haciendo llamados incendiarios al caos callejero, para combatir decisiones judiciales que ellos mismos saben pueden ser atacadas por la vía del proceso y mediante procedimientos establecidos en la ley.
Esos voceros espurios, que afortunadamente carecen de poder de convocatoria, son los mismos que plantean llamados vocingleros, cuando una decisión no los favorece, pero que guardan silencio cómplice ante otras irregularidades que permean la investigación penal y la administración de justicia en general.
Son los mismos que callan ante la persecución judicial, el abuso en las detenciones preventivas, las violaciones al debido proceso y los abusos en la imposición de medidas cautelares, y no hablamos solo de casos de alto perfil, sino de presos anónimos que se pudren en lar cárceles, porque un fiscal se olvido de ellos. Allí, los voceros espurios, guardan silencio.