De Fuente Ovejuna a Ubaldo Davis
Del feudalismo español a la irreal, noble y pendejísima ciudad de Panamá con gobiernos repetitivos como encubridores de pillos y ladrones, donde sobrevive muy admirado en el 2018 el joven Ubaldo Davis, existe mucha distancia en el tiempo y el espacio.
No se equivoquen las sabandijas de ciudad y rastrojos creyendo que están ante un lego. Ubaldo es hijo de un gran institutor de la generación de 1964, criado con principios y honestidad encomiables, está más preparado que un tamal y se ha cansado como la gran mayoría de los panameños de vivir como “congos”.
Me imagino que el Meduca ni ningún gobierno desde Pan de Dulce para acá incluye el “Fuente Ovejuna” de Lope de Vega como lectura obligatoria, así como tampoco “Cómo cagar en el monte”; ¿para qué? Si hoy día tú les enseñas una micha de pan a varios funcionarios del Gabinete y te dirán sin ambages que se trata de un coco.
Ubaldo Davis no está buscando que maten al maestre de Calatrava, por más parecido que tenga el truhán de Fuente Ovejuna con los decepcionantes funcionarios de hoy, ¡jamás!, este pela’o preferiría cortarse los brazos antes de hacerle un daño a panameño alguno. De manera que, señores, corrijan el rumbo seriamente. Que algún día no muy lejano el pueblo escoja la Corte Suprema, a los legislativos y al mismo presidente de un puñado de los miles de panameños capaces que no se hayan robado ni un beso. Que los candidatos sean mayores de 60 años y que pasen por un colador como el que tenía Marcos Rifle con el récord policivo
A Davis no hubo que buscarle trabajo ni vivir del Estado como ustedes, este muchacho, a base de su inteligencia, se dio cuenta de que el relajo podía ser una industria y que comenzó, creo yo, si no me equivoco, con Delmiro, Pedro y otros muchachos de “Cerro Peo” con “El Camaleón” y un programa de radio en la emisora de Carlos Iván Zúñiga Jr. En donde, con toda la seriedad del mundo, cuando se referían a los políticos que ellos consideraban non sanctos, los despedían con un ruido idéntico al que se produce al bajar la cadena de un servicio sanitario.
Macondo no existe, Catatumbo sí y Fuente Ovejuna también.