Guardaespaldas
Tenía la cara muy seria. Miraba con detenimiento a todos los lugares. No me apartaba de la persona que estaba protegiendo. Cumplía lo mejor posible mi papel de “guardaespaldas”. Al cinto llevaba un arma, que tenía todos los permisos legales. Aunque la dictadura sabía que me oponía a ellos, nunca me impidieron que legalmente portara un arma para defender mi vida y la de otros. Lamentablemente, esto no ha ocurrido ahora con la democracia. Los maleantes tienen todas las armas que quieran y a la gente honesta se le impide proteger vidas y bienes.
Volviendo a mi “trabajo” especial, me encontraba en un banco norteamericano, en los días amargos de la narcodictadura panameña. La situación económica era tan mala que los bancos no cambiaban los cheques del Gobierno. Entonces se debía pagar a unos personajes del 10 al 30 por ciento del valor de sus cheques. Muchos panameños se las ingeniaban para conseguir el cambio de sus sueldos. Hubo bancos norteamericanos que a escondidas cambiaban los cheques sin cobrar porcentaje a ciertos clientes adinerados. Uno de ellos conocía que yo sabía usar armas. Me pidió algunas veces que lo acompañara y protegiera en su visita para cambiar miles de dólares en cheques. El pago era que cambiaban mi cheque sin descuento.
Otros panameños conseguían efectivo con personas que aparecían en ciertas esquinas de la ciudad. Tenían autos grandes y miles de dólares. Ellos contaban con la protección de personas armadas. Existía un sistema de comunicación especial entre la gente, y en minutos aparecían decenas para cambiar sus cheques. Si eran muchos, los militares vigilaban para que no se diera mítines contra la dictadura. Más adelante aparecieron unas improvisadas casetas en supermercados donde también se podía conseguir efectivo. Varios comercios cambiaban parte del cheque por mercancía. Esto evitó algunas situaciones de mucho riesgo. En una de ellas cambie mi cheque a escondidas con un desconocido. Él iba acompañado de alguien con una metralleta. Yo le di mi cheque con una mano y en la otra tenía un arma para evitar que me robaran.
Está “prohibido olvidar” el daño que hizo la dictadura. Tal vez lo que menos se recuerde es la crisis económica que sufrimos por meses. Algunos empeñaban hasta los anillos de matrimonio para comer… recordé esta situación al enterarme de que al fin van a pagar los décimo tercer mes que fueron apropiados por la dictadura.