Carlos Arboleda-escultor y pintor
Nuestro país, a pesar de tener una vida republicana muy joven, ha tenido grandes exponentes del arte, tanto en las plásticas (llámese pintura) como también en el mundo de la escultura. Lamentablemente no hemos sido educados como se requiere para valorar los esfuerzos de esos artistas, que tuvo un florecimiento en los años 40 hasta los 80, y que poco a poco ha disminuido o han variado el estilo escultórico en la actualidad.
De los modelados en piedra, bronce, madera, arcilla, cemento y otras infinidades de material, se ha cambiado a moldes que reproduce una sola pieza en más de una ocasión, perdiéndose así el verdadero talento del artista y convirtiéndose en producción en serie para el mercado, un mercado que no busca el talento del artista en sus obras, sino una firma o nombre; en el fondo figuración y estatus.
Del maestro Carlos Arboleda, podemos mencionarlo como uno de nuestros actuales íconos de la escultura, que no ha variado ni ha olvidado esa virtud nacida con él y refinada en Europa. Muchas obras que veremos en las siguientes publicaciones dan fe de lo que me atrevo afirmar. José Morales
Antes quiero reproducir algunos apuntes importantes que nos ayudara a entender mejor este difícil y duradero arte.
Escultura Romana: El retrato.
La gloria de la escultura romana fue, indudablemente, el retrato.
El retrato romano tiene su origen en el arte etrusco, en el mundo griego helenístico y en las imágenes mayorum, máscaras en cera de los muertos que se guardaban en las casas para rendirles culto y sacarlas en procesiones. Los materiales más utilizados en el retrato fueron el bronce y el mármol, y las estatuas eran apolícromas, salvo en un primer momento en que los ojos se coloreaban, práctica que se abandonó para ser tallados.
Tomado de: http://www.arteespana.com/esculturaromana.htm
Itziar Martija publicó el 27 abril, 2011 lo siguiente. ¿Entendemos de verdad lo que vemos?
A lo largo de mi vida profesional como educadora en diferentes museos, he oído muchas veces los mismos comentarios: "no entiendo el arte moderno"; "no es como el arte antiguo que sí se entiende". Y siempre me hago las mismas preguntas ¿entendemos de verdad esas obras "antiguas"? O más aún ¿somos tan ingenuos como para pensar que alcanzamos todos los significados que el artista quiso plasmar en ellas?
Pues bien, después de hacerme ambas preguntas siempre llego a la misma conclusión: rotundamente no.
Soy perfectamente consciente de que estas afirmaciones son producto de nuestra formación, de una cierta forma de ver el mundo y el arte que está impresa en nuestra cultura y creo que muchas veces, como público del arte, confundimos la habilidad técnica, la parte artesanal, con el propio arte, con la creatividad.
Más adelante continúa: "¿Pensamos, de verdad, que entendemos una pintura como Las Hilanderas de Velázquez o unas esculturas como las del Partenón, por el mero hecho de que somos capaces de reconocer algunas de las imágenes que tenemos delante? Creo que estamos muy equivocados.
Por supuesto, hay ciertos aspectos de ambas obras que nos resultan fácilmente reconocibles, pero ambas encierran una multiplicidad de significados y un gran número de niveles de lectura, la mayoría de los cuales se nos escapan. Y, precisamente, se nos pierden porque no compartimos la historia, el momento, la tradición ni la vida de aquellos que las crearon. Igual que tampoco conocemos la intención con la que los artistas las idearon. El contexto de cada obra es algo que frecuentemente pasamos por alto, pero sin él, el arte dejaría de tener significado.
Y es precisamente ese contexto, esa historia, esa cercanía, la que debería facilitarnos las cosas a la hora de ponernos ante una obra contemporánea porque forma parte de nuestra civilización, de nuestra forma de ser.
A pesar de todo, con esto no quiero decir que seamos incapaces de entender nada, puesto que cada uno debería realizar su propia interpretación, su propia lectura de cada obra de arte que, evidentemente, es tan válida como cualquier otra. Y ahí es donde radica la magia y la belleza del arte, en ser capaz de evocar, de hacer pensar, de convencer, de imaginar… Pero lo que no deja de ser cierto, es que resulta bastante improbable, en el caso del arte "antiguo", que esa interpretación personal se aproxime a la que fue pensada por el artista o el comitente de la pieza".
Tomado de: http://www.blogseitb.com/arte/2011/04/27/%c2%bfentendemos-de-verdad-los-que-vemos/
CONTINÚA.