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Hace sesenta años, alguien sugirió “Reformas Panameñas al Alfabeto Español”, que ahora ponen en práctica miles de jóvenes en su lenguaje de chateo. En esa época, se le consideró como un insulto a la lengua española y un absurdo. Se publicó un folleto que ahora tiene vigencia. Encontré decenas de esos folletos que no se pudieron vender porque los consideraron negativos al idioma español. Al revisarlos consideré la necesidad de divulgar esas ideas porque los idiomas son algo vivo, que se adaptan a los tiempos.
Entre las reformas estaba eliminar la c y z y reemplazarlas por la k. El autor dijo que la c era ambigua y fácil de confundir. Consideró que la g debería tener un sonido suave y gutural. No habría que añadir u en algunas palabras. Su “existencia no se justifica”, así consideró el autor a la letra h, y criticó que haya letras mudas en el alfabeto. Dijo que la q debería desaparecer del alfabeto, pues se reemplazaría por la k. Indicó que se emplea “un largo tiempo” al enseñarse ortografía debido a las letras v y b. Se eliminaría la v y solo se utilizaría la b. Advirtió que la y tendría que reemplazarse por la i latina. No se usaría la y en palabras como guayaba. Se escribiría “guallaba”…
La letra z no era justificada y debería usarse s, como se pronuncia generalmente. Conocía el autor lo difícil de aceptar sus ideas. Para él, serían los jóvenes quienes impondrían estas reformas, algo que vemos ahora en los chats. ¿Quién escribió este polémico ensayo? Fue mi padre, Milcíades A. Ortiz Montiel. Pasó muchas horas revisando textos de Gramática y Ortografía y consultó a algunos expertos. Al no venderse sus folletos, fueron a dar a un rincón, donde hace poco los encontré. Otra innovación que sugirió papá y que se realizó años después fue el uso de las vías alternas o “atajos”. Recorrió la capital y encontró que se podían unir calles si se construían puentes o pocos metros de vías en forma estratégica.
Esto lo publicó en un artículo en periódico a nivel nacional. Fue un promotor del consumo de frutas como maracuyá y naranjilla. Después de su trabajo hacía el concentrado del jugo y lo congelaba. Luego iba a las refresquerías y los regalaba con la condición que los sirvieran como algo nuevo. Hoy en día, las chichas, batidos, etc. de estas frutas son algo común. En los últimos años, se lució promoviendo la siembra de ¡uvas panameñas! Hasta dictó una conferencia a agrónomos para explicar su experiencia. Su familia probó vino de estas uvas nacionales…